Acto militar

Sin ninguna idea del mundo militar y como auténticos "guiris" entrabamos esta mañana a una base militar madrileña para asistir a un acto de despedida de una sección. Simplemente la entrada ya nos empezó a imponer, teníamos ante nosotros un gran arco que daba paso a un inmenso paseo arbolado con los laterales llenos de construcciones castrenses de ladrillo. Irónicamente un guardia de seguridad que protegía el acceso al cuartel nos pidió la documentación y accedimos al recinto sin saber muy bien que dirección tomar en esa pequeña ciudad. Por lo temprano de nuestra llegada parecía que eramos los únicos civiles en el lugar y que en cualquier momento podían darnos el alto cualquiera de los uniformados que allí se encontraban.

Recorrer las instalaciones sobrecogía, un inmenso cuartel que en sus tiempos estaba completamente ocupado por miles de soldados y que hoy apenas albergaba a unos cientos se caía a cachos, ciertamente parecía que estuvieramos en un estado de guerra. Por fin conseguimos llegar al patio de armas donde se iba a celebrar el acto militar. Una gran explanada rodeada de arboles y bajos edificios, en el fondo un altar con una cruz sobre la que estaba ondeante la bandera de España. Cogimos sitio en las gradas y esperamos a que comenzara el acto.

De fondo se comenzó a oír un ruido de tambores y clarinetes y al poco empezaron a desfilar ante nosotros militares y militares. Del acto, que duro hora y pico, puedo destacar dos momentos que se me quedaron marcados. El primero cuando nos pusimos todos en pie para recibir la bandera con el himno del fondo y los militares mostrando sus armas. El segundo el homenaje que hicieron a los caídos, con un emotivo homenaje floral mientras todo el ejercito entonaba una canción fúnebre y sonaba el gran estruendo de 25 fusiles disparando a la vez hacia el cielo.

Fue una mañana cuanto menos interesante, en la que aprendí mucho sobre la vida castrense y sobre sus valores y forma de pensar. Ya hablare sobre ello otro día que hoy el post ya es demasiado largo.