sábado, 21 de julio de 2007

Otra forma de turismo


Los suelos completamente asfaltados de las ciudades, su naturaleza artificial, sus grandes edificios que mas bien parecen grandes montañas de hormigón, el estar casi de continuo entre cuatro paredes, el estrés, las prisas, la presión...con todo ello vivimos día a día. Nuestro tiempo cada vez pasa mas deprisa y el día no tiene suficientes horas para nosotros.

Buscamos la evasión para poder sobre llevar todo esto, una o varias veces por semana salimos de fiesta, una vez al año nos vamos de vacaciones a la playa, con la tranquilidad que aporta el mar y la playita..Pero lamentablemente las costas se están convirtiendo en grandes masas de edificios irrespetuosos con el medio ambiente, y nuestras playas son un hervidero de gente. Es imposible conseguir la tranquilidad necesaria rodeado de cientos de personas, con gente pisandote y tirandote arena por todas partes. Aunque también hay muchas cosas por las que merece la pena recorrerse cientos de kilómetros para llegar allí creo que se hacía necesaria otra clase de turismo.

Un turismo quizás mas cercano, de fin de semana. Un turismo en el que te puedas tumbar relajado, en el que puedas andar y estar completamente rodeado de naturaleza (y no una naturaleza artificial). Me refiero al cada vez más demandado turismo rural. Saliendo a las afueras de cualquiera de nuestras ciudades puedes encontrar los llamados centros de turismo rural que ofrecen, aparte de comida y techo, muchas actividades para personas de todas las edades. Sitios donde el tiempo pasa mas despacio, donde las preocupaciones se alejan y puedes descansar de verdad.

Me encuentro escribiendo estas líneas en uno de ellos: "La Rectoral del Valle", situado en Villanueva de los Infantes, pueblo de la provincia de Valladolid del que os he hablado en otras ocasiones. Como particularidad este centro ofrece quads, senderismo, bicicletas...para los amantes de las emociones fuertes hay un circuito de buggies en el propio pueblo, para los niños a menos de 15 km. se encuentra "El Valle de los seis sentidos", y para los amantes de la gastronomía tiene un restaurante que, aunque es caro, ofrece lo mejor de la cocina y de los vinos castellanos. En definitiva merece la pena probar este tipo de turismo aunque solo sea un fin de semana.

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