domingo, 30 de septiembre de 2007

Camino de Santiago


Ciertamente no tenemos ni idea del maravilloso mundo que hay a nuestro alrededor, de todo a lo que renunciamos por tener todas las comodidades que poseemos. Como dije en un post anterior, hace unos días me cogí la mochila y comencé a caminar hacia Santiago de Compostela con un grupo de amigos. No por el concurrido Camino Francés, si no por la ruta mozárabe de la Vía de la Plata, con mucha menos gente y mayor espíritu de compañerismo entre todos los peregrinos.

Siempre se puede

No fue nada fácil, hubo momentos muy duros en los que deseábamos no haber comenzado nunca nuestra aventura, en los que el siguiente paso se daba por una mezcla de inercia, voluntad, fe y esperanza, momentos de sufrimiento en los que la mente solo podía pensar en el dolor que teníamos; y eso fue un gran aprendizaje, en cierto modo, un acercamiento a los que sufren cada día. Pero siempre, pasase lo que pasase, reinaba el humor y la ironía, el compañerismo, la disposición y la ayuda que nos hacían superar todas las situaciones y terminar cantando y riéndonos.

Con poco es suficiente

Solo con una mochila ligera (puesto que cada kilo contaba), unos compañeros y la naturaleza eras feliz, te sentías libre, no necesitabas nada más. Un sandwich de chorizo era el mayor de los manjares, una carretera la mejor de las camas, el campo el mas delicado servicio, los pies el mas seguro transporte, los árboles y arbustos proveían de sustento, cada día parecía un año, y con una cama y una ducha en un albergue podías sentirte como en el hotel mas lujoso del mundo. Estuve en todo este tiempo sin internet, ni ordenador, ni móvil, ni mp3, y nada de esto eche en falta.

Acogidos por la naturaleza

Es increíble lo que puede cambiar el paisaje caminando durante un día. Puedes pasar de estar en un frondoso bosque a estar en una llanura con una recta infinita, un sol imponente y ni una sola sombra; de estar paseando por cumbres montañosas con un lago a la derecha y valles a la izquierda a entrar a un núcleo ruidoso y urbano. El entorno natural era indescriptiblemente impresionante, aveces por lo bonito que era y otras por lo desolador. Aveces pasábamos por bosques quemados y el corazón se encogía, otras por caídas de agua, otras caminábamos a la luz de la luna..y podías sentirte parte de esa naturaleza, de un mundo natural que debiéramos preservar.

El camino te cambia

Antes de comenzar leí que el camino era como la vida, pero nunca llegue a entender verdaderamente a lo que se referían con ello. Y es que, para mi, el camino ha sido como un curso intensivo. Cosas que hubiera aprendido de la experiencia de mucho tiempo lo he aprendido con la experiencia de unos pocos días. Quizás se deba a todo lo que se puede llegar a vivir en un día o a que estas cerca de tus límites, pero hay muchas cosas que te marcan. El reto esta en conseguir aplicarlo al día a día.

Agradecimiento

Aunque este blog no sea un blog personal quería hacer una excepción esta vez para agradecer una de las mejores experiencias de mi vida a las personas con las que lo he compartido:

Claire, Isa, Fer, Rober, Laura, Alfonso, Paula y, como no, a JM por hacerlo posible. Y a todas las personas con las que nos cruzamos y con las que compartimos vivencias.

Por último recomendar realizar el camino por lo menos una vez en la vida, porque verdaderamente merece la pena.

Desde ahora el blog volverá al ritmo normal de actualizaciones

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